Cada estilo artístico tiene sus características – y también sus límites. Reconocemos en el arte románico el arco de medio punto, el arco ojival en el gótico. Distinguimos perfectamente una novela clásica de una romántica. Pero en música, no es fácil señalar la diferencia técnica entre un Ave María de Palestrina y un Ave María de Schubert: bástanos constatar que entre las dos obras existe una diferencia notable-
La música modal encuadra una melodía en un contexto técnico concreto. Y ese contexto técnico marca los límites de su desarrollo. Por lo tanto, una obra “del primer tono”
tendrá una forma concreta, un desarrollo concreto y un final concreto. ¿Qué desarrollo, qué final? El que quiera el compositor…siempre, claro está, que no se salte las reglas. Es decir, que no sobrepase los límites.
He aquí la gran cualidad de la música modal: someterse a unas reglas que dan “carácter” a la melodía, sin que ésta se repita. Bien mirada, la diferencia entre los distintos modos se reduce a la posición del semitono en la escala. Curiosamente, en la música tonal ocurre los mismo. La música pasa de ser un elemento “de uso”, a ser un arte con todos sus atributos.
En vano buscaremos algo así en la música posterior. Es obvio que en la música tonal las posibilidades de composición son prácticamente inagotables, pero también es cierto que esa forma libre de componer música nunca habría dado lugar a las maravillosas composiciones modales de los siglos pasados. El por qué de esta afirmación es también algo que intentaremos desentrañar en el presente taller.
Un curso para profesores y alumnos de música en el que no son necesarios conocimientos de los modos, pero sí de la música en general.
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